Comienza nuestro último día aquí con la visita a las clases de Infantil, las que existen gracias a tantas Meriendas Solidarias organizadas por nuestra queridísima ONG Edificando.
A todos aquellos que en algún momento hayáis participado en alguna, gracias. Gracias, gracias y mil gracias porque habéis ayudado a convertir un sueño en pura realidad. Se han construido tres aulas en las que se aprende jugando, se empieza a leer y también a sumar y restar. Aquí hay más de 50 niños recibiendo una educación digna gracias a vuestra colaboración, solidaridad y compromiso
Llegan las 18h y nos dirigimos a una cabaña de madera acristalada. Es la capilla del colegio. Hoy hay misa y ha venido el sacerdote que vive más cerca, a unos 100 km. Empezamos bendecidos con agua por el cura, y la celebración sigue repleta de preciosos cantos tailandeses, que la han hecho todavía más especial y curiosa. Hemos visto anochecer y cuando ha terminado, hemos ido todos juntos a cenar: los Hermanos, el cura, los ángeles del Blue Sky y nosotros. Una gran última cena en la que nos hemos despedido de esta gente taaaaan maravillosa que tanto da sin pedir nada a cambio.
Hemos intercambiado recuerdos, regalos, emails, nos hemos hecho mil fotos -sin duda, los mejores souvenirs que podremos llevarnos-, hemos cantado y bailado, y entre llantos y risas, abrazos y besos, nos hemos dicho «Hasta Siempre», porque muchos de los que aquí estamos ya nos sentimos con fuerzas para volver y para repetir más de una vez. Nos vamos muy tocados y lo que es seguro es que siempre tendremos presente esta gran experiencia. Con ella hemos recibido un regalo en forma de saco de emociones, sensaciones y vivencias tan únicas como mágicas, que seguro marcarán nuestro camino y nuestra vida en el futuro.
De vuelta a nuestras habitaciones, algunos van cabizbajos, otros felices mientras acompañan a las niñas y otros no pueden dejar de llorar. Pronto, se escucha: «De quién son estos calcetines?», «¿Alguien ha visto un bañador verde oscuro?», «Pues yo prefiero terminarla mañana…», «Pero, ¿a qué hora nos vamos?», «Ufff, yo voy a dar toda la ropa, las sábanas y las toallas…». Hacemos las maletas, toca marcharse.
La siguiente parada es la frenética Bangkok, una de esas ciudades imprescindibles para poder entender mejor el mundo en el que vivimos. Esperamos que se hagan muchas Meriendas Solidarias más para que en esta pequeña gran parte del mundo se sigan cumpliendo sueños. Deseamos que haya más grupos dispuestos a venir para echar una mano, y os animamos con todas nuestras fuerzas para darlo todo. Esta es la experiencia más bonita y profunda que hemos vivido, gracias a Dios, a los Hermanos, a PROYDE, a Edificando y a La Salle por ayudarnos a hacer de este mundo un sitio mejor.
Raquel