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Pongamos de moda el arte de ayudar.

Ya hace tiempo que pasamos el ecuador del viaje, y en este momento, no nos sentimos unos extranjeros, unos forasteros que vienen de un país lejano. Esos pensamientos son cosa del pasado, podríamos decir que son de la primera semana, pero ni siquiera el segundo día en tierras argentinas se nos pasó por la cabeza la idea de que éramos unos desconocidos. Después de más de veinte días en Casa Joven podemos describir perfectamente lo que es, un hogar inesperado y atemporal.

En este lugar nos hemos descubierto a nosotros mismos a través del trabajo, esta última semana los talleres propuestos fueron los habituales (panadería, carpintería, danza, huerto y como siempre, cocina). Además, la preparación de una pequeña fiesta con muchos juegos en la plaza del barrio de Los Ceibos, para celebrar el fin del proyecto gracias al cual compartimos horas de trabajo con un grupo de franceses y pibes argentinos. Fruto de estar mano a mano construyendo de cero un parque, los niños y no tan niños de este barrio pueden disfrutar de un espacio donde pasan el tiempo intercambiando risas, conversaciones y momentos de juego.

Este mismo fin de semana nos despedíamos de los franceses con una comida juntos, recordando los ratos que pasamos en compañía de todos. Después, fuimos al Municipio de Tigre, donde visitamos y nos recorrimos el Puerto de Frutos. Sin embargo, todos estábamos deseando que empezase una nueva semana en Casa Joven.

Esa nueva semana ha empezado y poco a poco muchas de las actividades que al principio del viaje no parecían gran cosa han ido tomando forma, un ejemplo es el invernadero, donde solo había un par de maderas puestas ahora está terminado y en funcionamiento. Otros talleres en los que todos hemos sido partícipes fueron la remodelación de la panadería, hacer juguetes en carpintería para luego venderlos y un taller de costura donde hemos puesto a prueba nuestra paciencia y habilidad.

Esperamos que los últimos días que nos quedan aquí los aprovechemos como hasta ahora y que sigamos construyendo la relación tan buena que tenemos con los pibes y educadores de Casa Joven, que son, sin ninguna duda, la razón por la que este lugar es así de especial.

  

Después de toda la semana trabajando en los distintos talleres de casa joven y compartiendo experiencias con los pibes, decidimos disfrutar el sábado en buenos aires. Conocimos el barrio de Palermo donde vistamos el exótico jardín japonés que , aunque la mayoría de sus plantas no estuvieran en flor, pudimos contemplar los umes típicos de Japón.

Al salir de ahí fuimos dando un largo pero agradable paseo hasta llegar a Plaza Francia. Allí había un mercado de cosas artesanales, donde comimos los deliciosos panes rellenos que no dejaron a nadie con hambre.

La noche la pasamos en casa de los Hermanos de la Salle que nos brindaron otra vez su hospitalidad y nos hicieron una cena deliciosa. El domingo transcurrió tranquilo en la casa hasta las seis de la tarde que emprendimos la vuelta a casa joven.

Comienza la tercera semana en casa joven, nos cuesta creer que haya pasado la mitad de nuestro viaje, pero las fuerzas no se nos terminan.

El martes hicimos una asamblea de pibes argentinos y españoles en la que planteamos unas preguntas y las tratábamos todos juntos, cada uno exponiendo su opinión y respetando el turno de palabra. El intercambio nos sirvió para saber que todos nos complementamos y que compartimos un agradecimiento mutuo. Ellos por que hayamos venido. Nosotros por lo que estamos aprendiendo.

Seguiremos informando.