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DONDE HAY VOLUNTAD HAY UN CAMINO

Sentados en el porche de nuestra pequeña casa en mitad de la selva tailandesa se extiende ante nuestros ojos un basto manto verde uniforme, montañas cubiertas de vegetación que las convierte en gigantes monocromáticos. Unos más altos, otros más bajos. Impasibles a cualquier avance, observando la vida que pasa a su alrededor. Pareciera, cuando uno lo viera, que se detiene el tiempo a su alrededor.

Eso es lo que ven nuestros ojos de europeos cuando nos asomamos al balcón de la selva pero, como os dijimos, esos ojos se han ido transformando, adaptando. Y si el paisaje nos ha engullido, nosotros empezamos a engullir a el paisaje con otros ojos. Y donde antes solo había gigantes verdes, uniformes en forma y color, ahora apreciamos distintos elementos, una casa allí, un río allá, ese árbol que destaca sobre el resto. Si uno se queda parado ante la selva puede sentir hasta su respiración, bocanadas de aire caliente que salen de su interior como el aire se desprende de los pulmones del hombre. Cobrando vida. Vida que brota a raudales en su interior, a veces imperceptible a la mirada pero no al oído.

Y, por supuesto, lo que uno aprende a diferenciar de la selva cuando la ve con otros ojos son sus caminos. Sendas que se abren paso como las venas recorren nuestro cuerpo para transportar la vida. Y, por esos caminos, se mueven los elementos que dotan de dinamismo a los grandes gigantes verdes. Personas y animales que son una parte más del paisaje.  Cuando nuestros cuerpos se levantan del privilegiado balcón del que gozamos, es capaz de ver todos estos pequeños detalles, de introducirse en ellos incluso. Y a eso vinimos aquí, a construir caminos físicos y espirituales, que sirvan de puente para unir.

Como os dijimos la semana pasada, nuestro proyecto de cementado de un camino finalizó con éxito, logrando finalizar así nuestro primer vínculo con nuestra comunidad de acogida. También llevamos a buen puerto nuestra ayuda en las nuevas casas del hogar Blue Sky Home. Por tanto, esta semana estábamos huérfanos de trabajo físico, que no de tarea.

Nuestra semana ha transcurrido en el colegio de La Salle Sangklaburi, que para nosotros será ya por siempre nuestro hogar. Hemos estado impartiendo clases de inglés en distintos cursos,mezcladas con talleres, juegos y bailes. Ha sido una intensa semana de contacto con los niños que nos ha ayudado a fortalecer los lazos. A solidificar el cemento que durante este mes hemos ido poniendo en nuestro vínculo espiritual entre ellos y nosotros.

Resulta de gran satisfacción los saludos felices cuando nos ven ir de una clase a otra, cuando nos paramos a hablar con ellos. Sus caras de felicidad es algo que está quedando en nuestros corazones, como los primeros sedimentos de un camino invisible que empezamos a construir un ya lejano 19 de julio.

También esta semana, hemos tenido la oportunidad de vivir una jornada en las Escuelas de Bambú originarias, donde comenzó este bello proyecto. En la actualidad estas pequeñas escuelas junto a la frontera de Myanmar, dan cobijo a niños y niñas de corta edad, en su mayoría de un pueblo cercano y que por sus dificultades con el idioma están agrupados en este centro.

Fue una gran experiencia compartir momentos con ellos y poder observar en vivo las grandes carencias que muchos de ellos sufren. Pese a todo, la sonrisa que se dibuja en su cara, a todo momento nos recuerda que aunque sean grandes las dificultades que el camino nos presente, hay que afrontarlo con buena cara.

También queremos destacar que hace justo ahora una semana pudimos participar, en las mismas Escuelas de Bambú, en la despedida de un grupo de voluntarios franceses de un colegio de La Salle de Paris. Compartimos cena y bailes junto a ellos y algunos de los niños del hogar Blue Sky Home. Así como con los Hermanos de la Comunidad de acogida.

Además el pasado fin de semana, aprovechando la ausencia de clases y el fin de nuestros trabajos de campo, fuimos a conocer la ciudad de Kanchanaburi con su famoso puente sobre el río Kwai y unos alrededores con una naturaleza espectacular con sus santuarios de elefantes y las cascadas de Erawan como principal atractivo.

La semana pasada, a su vez, tuvimos la ocasión de acompañar al autobús que recoge a los niños en la frontera de Myanmar. Es sin duda una experiencia impactante ver el flujo de gente que cruza la frontera cada mañana y como el autobús se va llenando, hasta pasar el número de cien niños, que acuden desde ese lado a nuestro colegio. También tuvimos la oportunidad de ver el mercado que se instala todos los viernes en el entorno de las Tres Pagodas (paso fronterizo)

Nuestra convivencia con los chicos del Blue Sky Home sigue forjando una gran unión. Ya somos una parte más de ellos, los momentos previos a la cena, la misma cena y los momentos que le siguen han hecho que exista una gran complicidad con todos ellos.

Como nota curiosa, esta semana hemos podido disfrutar de una cena especial, una familia tailandesa de una ciudad cercana, que habitualmente colabora con la institución, preparó la comida y regaló a todos los niños dulces. Un gran gesto que habla bien de lo importante que es la labor que estos Hermanos llevan en la zona; admirados por muchos, incentiva a la gente que tiene más recursos a colaborar con la causa. Los chicos les hicieron el mejor de los regalos, su voz en forma de canción.

Escribíamos en el titular de esta noticia que donde hay voluntad hay un camino. Sería injusto apoderarnos de esta frase y no mencionar  a su autor, que no es otro que San Juan Bautista de la Salle. Realmente así es, cuando existe empeño, cuando el motor de los hombres se pone a trabajar, no hay imposible. Nuestro empeño nos llevó a finalizar nuestros proyectos de camino y de pintura, ayudando a construir caminos físicos que se adentren y sigan dando vida a esos grandes monstruos verdes que forman la selva. Y es nuestra voluntad la que nos sigue moviendo para construir los caminos importantes, los invisibles, los que nunca podrán separarnos y unirán miles de kilómetros, de Tailandia a España y viceversa. Del corazón de unos muchachos a nuestros corazones.

DANDO COLOR

Si una particularidad tienen las zonas tropicales en la época de lluvia es la opacidad de sus colores; se ven ensombrecidos por la luz mitigada que se filtra entre las nubes. Están pero no logranaparecerse con naturalidad. El gris del cielo y el verde del suelo invaden todo lo que la vista puede alcanzar, por eso esta semana nos hemos propuesto dar un poco de color al nuevo hogar de nuestros compañeros de aventura, para que siempre recuerden que la luz vence a la oscuridad.

Nuestro tiempo en Tailandia pasa y sin darnos cuenta ya hemos llegado y superado el ecuador de nuestro viaje. No podemos hablar de que intentamos ser parte del paisaje porque ya hemos conseguido ser un elemento más del mismo. La complicidad con los niños y niñas, especialmente con los del Blue Sky Home, delata que ellos ya nos consideran una parte más de sus vidas.

Al finalizar nuestra última publicación nos preparábamos para irnos a Bangkok para acompañar a los Hermanos de La Salle del Sector Asia Este en un acto muy especial, los Primeros Votos de un nuevoHermano, el Hermano John. Acudimos a este acto junto al Hermano Víctor y al resto de Hermanos del colegio de La Salle Sangkhlaburi. La jura del nuevo Hermano tenía lugar el pasado sábado, pero nosotros viajamos el viernes aprovechando que en Tailandia era festivo por el cumpleaños del Rey.

En nuestra estancia en Bangkok nos alojamos en el colegio de La Salle de esta ciudad, donde pudimos conocer las instalaciones del mismo mostradas por el Hermano Víctor, quien pasó bastantes años en el mencionado colegio. También, vivimos la celebración de la ceremonia de los Primeros Votos del nuevo Hermano en la capilla del centro y, posteriormente, disfrutamos de una comida con todos los invitados a este acto.

Nuestro viaje a Bangkok sirvió, también, para conocer la capital de nuestro país de acogida. Visitamos los principales templos y mercados, destacando principalmente el mercado flotante por su peculiaridad. Una ciudad enorme y con gran población. ¡Cuánto contraste con nuestra vida en mitad de la selva!

Ya de vuelta al colegio retomamos nuestra actividad diaria. Nuestro trabajo en la carretera ha avanzado más rápido de lo esperado y ya se ha finalizado el proyecto que teníamos programado, cien metros de cementado del camino de tierra del colegio.  Y, como decíamos al principio, esta semana nos hemos propuesto dar color a la vida de los pequeños decorando sus nuevas casas.

Comenzamos la semana completando los trabajos de pintura que nos encargó el Hermano Philip. Fachada y marcos de la nueva casa del Blue Sky Home. Al tener finalizado nuestro proyecto antes de lo esperado, propusimos al Hermano Philip decorar parte de la fachada con un mural diseñado por el grupo y con distintas figuras de colores. Ocupando así las horas de trabajo de campo programadas para esta semana.

 

Como se puede apreciar en las fotos, el aspecto de la casa queda con un aire más alegre, a parte de servir como recuerdo de nuestra estancia junto a los chicos y chicas del hogar de acogida.

Esta semana nuestro trabajo en el colegio ha sido algo menor, ya que la semana pasada debimos cubrir las clases de varios Hermanos que estaban ausentes por  varios motivos. Aún así el poder compartir esos ratos con los chicos nos regalan vivencias únicas y a ellos les permite saltar un poco de la rutina diaria.

Hemos continuado impartiendo distintas clases de inglés donde mezclamos la enseñanza con distintos juegos y actividades. Creemos que los chicos disfrutan con los bailes, talleres y demás acciones que les preparamos.

También, hemos tenido ocasión de vivir nuestra primera celebración en el colegio, ya que no todas las semanas puede llegar el sacerdote que corresponde a esta zona, al encontrarse a más de cien kilómetros. Fue una celebración sencilla en la que los niños participan de manera activa acompañando con sus canciones. Es encomiable la labor evangelizadora de los Hermanos.

Por las noches, continuamos compartiendo la cena con los pequeños de Blue Sky, lo que hace que los chicos y chicas hayan cogido mucha confianza con nosotros, consiguiendo que no solo participen en lo que les proponemos, si no que son ellos los que muchas veces nos buscan y proponen juegos, bailes, etc. Como ejemplo curioso, esta semana, las chicas nos propusieron decorar nuestras caras con las pinturas que utilizan ellas para ese fin. Fue una bonita experiencia que nos unió más con ellas.

Como decíamos más arriba, esta semana hemos superado el ecuador de nuestro viaje y los días ya se van descontando más que contando, está siendo una experiencia que va dejando poso en los corazones de todos nosotros. Cada vivencia, cada momento, deja un recuerdo que va transformándonos poco a poco, sin darnos cuenta. Es quizás esto lo más curioso que vamos notando, el cambio es imperceptible en el corto plazo pero, si echamos la vista atrás, los chicos que llegaron aquí ya no son los mismos, poco a poco, día a día, momento a momento, nos vamos transformando. No es que seamos paisaje, es que nos llevamos parte de él con nosotros.

Cosas pequeñas, en sitios pequeños, cambian a personas pequeñas. Seguimos en contacto…

 

EMPEZAMOS A SUMAR

La dimensión temporal es algo tan relativo como que un segundo puede parecer toda una vida o, como nos ha pasado a nosotros, una semana consumirse sin apenas darse cuenta. Por eso, pasamos otra vez por aquí para contaros cómo van nuestras vivencias.

 

En esta zona del mundo, el sudeste asiático, es época de monzón lo que se traduce en lluvia constante, a veces durante horas; casi días enteros. Estas condiciones imposibilitan un poco la continuidad en el trabajo de campo que teníamos organizado (para quien nos lea por primera vez: el cementado de un camino)  Pero estas condiciones algo adversas no nos paran y, como reza el título que encabeza esta entrada, ya hemos empezado a sumar, haciendo gala del lema que nos trajo hasta aquí: Yo sumo.

Nuestro primer sumando lo hemos puesto con nuestro trabajo físico. Durante dos días a la semana aportamos nuestro granito de arena al cementado del mencionado camino, que facilitará el acceso a la escuela. El idioma no ha sido una barrera para que la colaboración que prestamos a los trabajadores que se encargan de la obra sea fluida. Como bien aprendimos en nuestra formación, una de las funciones básicas del voluntario es empezar a formar parte del ambiente. Ser un elemento más del mismo.

Como hemos dicho más arriba, las condiciones meteorológicas no siempre nos permiten trabajar en el camino, por lo que, con el permiso del Hermano Philip, hemos empezado a prestar nuestra ayuda pintando una de las nuevas casas del hogar «Blue Sky Home», donde residen una treintena de alumnos del colegio.

 

 

El siguiente sumando que aportamos a la ecuación es en el día a día de las aulas. Hemos comenzado a impartir clases de inglés en distintos cursos, así como dar apoyo en las clases del Hermano Víctor y otros profesores.

 

Es gratificante observar como, a pesar de todas las dificultades que tienen, la mayoría de niños se esfuerza en progresar y aprender un idioma que, debido a las diferencias en el alfabeto, se les hace tan complicado. 

Nuestra participación en el entorno educativo les regala cambios en su rutina que les hace felices, disfrutan con nuestras explicaciones (la barrera idiomática hace que los signos sean parte de nuestro día a día, con las situaciones graciosas que ello genera) y los juegos que realizamos con ellos les ameniza su estancia en las aulas. Nos gusta pensar que esto les impulsará a seguir adelante en su formación académica. Es en sitios como este donde más se puede ver el espíritu de San Juan Bautista de la Salle, en el camino y entrega en la educación de los que menos tienen.

De esta manera, es el colegio otro ambiente en el que ya empezamos a ser parte del paisaje, donde cada vez llamamos menos la atención y donde no son solo ellos los que se ven aportados, si no nosotros también recibimos multitud de estímulos para seguir en nuestro camino de cambio personal.

Como podéis observar nuestro día a día tiene ocupaciones, pero no podíamos dejar de hablaros de otro de los sumandos básico de nuestra operación, los chicos y chicas del «Blue Sky Home».  La casa donde estamos instalados comparte espacio con el hogar que tienen estos niños dentro de las instalaciones del colegio.

 

A parte de la convivencia diaria y los talleres que realizamos con ellos, todos los días compartimos cena, convirtiéndonos de esta manera en un elemento más de su día a día; pasando de la vergüenza y el respeto inicial que nos tenían, a una complicidad que les lleva a interactuar con nosotros de manera natural, compartiendo desde juegos hasta bailes

   

Por último, nuestra relación con la comunidad de Hermanos que nos acoge no puede ir mejor. Por un lado, el incansable Hermano Víctor, que a pesar de a su edad sigue al pie del cañón y es una referencia tanto para los otros Hermanos, como para los profesores y, por supuesto, para todos los niños, que le adoran. Para nosotros es un referente y, bajo sus directrices, hemos empezado a trabajar en el proyecto.

 

Por otro lado, el Hermano Philip (que se encarga de muchos proyectos de construcción en la escuela)  el Hermano Mathew y St el Hermano Stephen están ejerciendo de anfitriones en nuestra llegada a Tailandia. El pasado fin de semana (cuando el ritmo de trabajo desciende en la escuela) nos prepararon varias excursiones junto a un grupo de voluntarios franceses de un colegio de La Salle en París (que están en la ubicación original de las escuelas de Bambú, la escuela actual se encuentra a unos kilómetros) Pudiendo conocer varios templos, pagodas y ver la vida en el pueblo de Sanghlaburi, con su impresionante puente de madera sobre el río (el segundo más grande del mundo de los de su categoría) También hemos compartido cena y un día de excursión en una casa flotante por el río.

Decíamos al comenzar que empezábamos a sumar y como podéis ver, los días pasan y cada vez estamos más aclimatados a un nuevo entorno, una nueva cultura, al clima lo que nos permite seguir añadiendo elementos a nuestra suma esperando que el resultado final sea lo más grande posible. Os seguiremos contando como  crece esta operación, pero de momento creemos que va por buen camino.

 

SAWASDEE («BIENVENIDOS»)

Parecía que no iba a suceder pero como todo, al final, llegó. Llegó el 17 de julio, momento de coger el avión y poner rumbo a Tailandia los cinco locos que hemos querido empezar a ser parte del paisaje. Tras  catorce horas y dos vuelos, aterrizamos en Bangkok donde fuimos recibidos por los Hermanos del colegio de La Salle.

Una primera noche en la ciudad nos sirvió para descansar e ir conociendo la cultura tailandesa para, a la mañana siguiente , recorrer las seis horas de camino hasta Shanglaburi donde nos esperaba el Hermano Víctor, encargado desde hace cincuenta años del proyecto de las Escuelas de Bambú.

El proyecto ha crecido mucho durante la última década; a nuestra llegada nos hemos encontrado un colegio con dos edificios donde se proporciona educación primaria a los niños y jóvenes de la zona. Además, está el hogar «Blue Sky Home» donde residen 31 niños y niñas de diferentes edades.

El recibimiento ha estado plagado de sonrisas, pese a las modestas condiciones de las instalaciones es impagable la sonrisa de los pequeños tailandeses, birmanos y demás pequeños de otras nacionalidades.

 

Estos primeros días están sirviendo de conocimiento del entorno y de las labores que vamos a realizar, principalmente, el cementado de un camino que ayudará a que los camiones en los que acuden los niños a la escuela tengan mejor acceso, y el refuerzo en los conocimiento de inglés de los alumnos. 

Repartiremos nuestra tarea a lo largo de la semana, intentando compaginar el clima (aquí es época de lluvia) en los trabajos de campo y el trabajo en las clases.

Nos espera un mes intenso de trabajo y de emociones pero ya estamos recibiendo los primeros frutos en forma del cariño que nos dan todos los pequeños, haciéndonos sentir como en casa desde el primer día. Poco a poco, paso a paso, esperamos ir construyendo un vínculo que nos una a ellos por mucho tiempo.

Con el paso de los días podremos ir contando más sobre nuestras vivencias en tierras tailandesas, pero esperamos que estas breves palabras y fotos hayan servido como resumen de nuestra llegada.