Togo nos sigue descubriendo personas y lugares maravillosos que nos llenan el corazón cada día. La Casa Provincial es un espacio de convivencia y hospitalidad impresionante, porque con mucha frecuencia llegan nuevos Hermanos. Un buen ejemplo lo hemos vivido esta semana, cuando muchos de los Hermanos regresaron de su retiro anual y compartimos una comida unas 25 personas, en la que la alegría era la tónica fundamental: risas, abrazos al llegar, anécdotas y recuerdos… Fraternidad lasaliana en estado puro.
En cuanto a nuestros quehaceres diarios, el proyecto de construcción del hangar en la parcela sigue avanzando a buen ritmo; queda muy poco para que los chavales que se acercan aquí para estudiar con calma y silencio puedan resguardarse del sol o la lluvia. Nosotros ayudamos más con las labores de jardinería. Ya vamos controlando mejor el rastrillo y la azada para limpiar las malas hierbas y luego barremos. Prácticamente hemos acabado el perímetro del jardín (Courage!).
Por las tardes el número de niños sigue aumentando, ya estamos en 40!! Es muy emocionante cuando cada tarde llegamos al cole y vienen hacia nosotros corriendo con muchísima alegría y gritando nuestros nombres. El otro día les pusimos un trozo de una película en el portátil (‘Kirikou’) y les encantó!! Parece que su actividad favorita es la de colorear. Y también disfrutan mucho con la confección de collares y pulseras (algunos ya empiezan incluso a hacerse anillos para completar su colección). Estos días se nos han unido tres jóvenes, antiguos alumnos de La Salle de Dapaong: Nadège, Aïcha Y Antoine. Su ayuda nos viene fenomenal, porque al aumentar cada día el número de niños, se hace cada vez más complicado atender a todos. Otra de las cosas que les encanta, y con la que nos despedimos cada tarde, son los juegos al aire libre. ¡Cómo disfrutan y ríen! La estrella es un juego que inventó Nadège con combas y pinzas de la ropa con el que se ponen como locos. También hay que destacar la educación de estos pequeños: ningún día se van sin darnos las gracias, nos piden permiso para todo, y siempre con una sonrisa. Sin duda, los momentos con estos niños son para nosotros una experiencia imborrable que nunca podremos olvidar.
En cuanto a los nuevos lugares que estamos descubriendo, nos ha causado un gran impacto el Grand Marché de Lomé. Una explosión de colores, sonidos y olores que nos ha dejado sin palabras. Llegamos en el famoso “taxi-moto”, toda una experiencia que hay que probar sí o sí cuando se está en África! Una explosión de colores, sonidos y olores que nos ha dejado sin palabras. Estaba abarrotado de gente y cada vistazo que echábamos a un lado u otro nos atiborraba de información. En medio de todo el tumulto, apareció a lo lejos la Catedral de Lomé: muy bonita y en pleno epicentro del mercado. Como teníamos al lado la playa, y aprovechando que era fin de semana, nos acercamos: repleto de gente también y con muy buen ambiente. Como de costumbre en Togo: hospitalidad y educación. Todo el mundo te saluda sin conocerte, los niños se acercan a darte la mano…
El domingo fuimos a la misa del barrio de Cacavelli con los hermanos novicios Jean y Jean Paul (otra vivencia que sumar! ) La iglesia de Jesús Buen Pastor era enorme y estaba a rebosar (había alrededor de 1.000 personas). Las misas son muy alegres, con música de orquesta en directo, con varios animadores que piden aplausos, con la gente, de todas las edades, vestida con sus mejores galas.
Ahora emprendemos camino hacia Dapaong, al norte del país, para conocer otro proyecto educativo y participar en un campamento de las juventudes lasalianas. Ya os contaremos!!
Un abrazo,
Cris & Raúl