Fraternidad Lasaliana

Togo nos sigue descubriendo personas y lugares maravillosos que nos llenan el corazón cada día. La Casa Provincial es un espacio de convivencia y hospitalidad impresionante, porque con mucha frecuencia llegan nuevos Hermanos. Un buen ejemplo lo hemos vivido esta semana, cuando muchos de los Hermanos regresaron de su retiro anual y compartimos una comida unas 25 personas, en la que la alegría era la tónica fundamental: risas, abrazos al llegar, anécdotas y recuerdos… Fraternidad lasaliana en estado puro.

En cuanto a nuestros quehaceres diarios, el proyecto de construcción del hangar en la parcela sigue avanzando a buen ritmo; queda muy poco para que los chavales que se acercan aquí para estudiar con calma y silencio puedan resguardarse del sol o la lluvia. Nosotros ayudamos más con las labores de jardinería. Ya vamos controlando mejor el rastrillo y la azada para limpiar las malas hierbas y luego barremos. Prácticamente hemos acabado el perímetro del jardín (Courage!).

Por las tardes el número de niños sigue aumentando, ya estamos en 40!! Es muy emocionante cuando cada tarde llegamos al cole y vienen hacia nosotros corriendo con muchísima alegría y gritando nuestros nombres. El otro día les pusimos un trozo de una película en el portátil (‘Kirikou’) y les encantó!! Parece que su actividad favorita es la de colorear. Y también disfrutan mucho con la confección de collares y pulseras (algunos ya empiezan incluso a hacerse anillos para completar su colección). Estos días se nos han unido tres jóvenes, antiguos alumnos de La Salle de Dapaong: Nadège, Aïcha Y Antoine. Su ayuda nos viene fenomenal, porque al aumentar cada día el número de niños, se hace cada vez más complicado atender a todos. Otra de las cosas que les encanta, y con la que nos despedimos cada tarde, son los juegos al aire libre. ¡Cómo disfrutan y ríen! La estrella es un juego que inventó Nadège con combas y pinzas de la ropa con el que se ponen como locos. También hay que destacar la educación de estos pequeños: ningún día se van sin darnos las gracias, nos piden permiso para todo, y siempre con una sonrisa. Sin duda, los momentos con estos niños son para nosotros una experiencia imborrable que nunca podremos olvidar.

En cuanto a los nuevos lugares que estamos descubriendo, nos ha causado un gran impacto el Grand Marché de Lomé. Una explosión de colores, sonidos y olores que nos ha dejado sin palabras. Llegamos en el famoso “taxi-moto”, toda una experiencia que hay que probar sí o sí cuando se está en África! Una explosión de colores, sonidos y olores que nos ha dejado sin palabras. Estaba abarrotado de gente y cada vistazo que echábamos a un lado u otro nos atiborraba de información. En medio de todo el tumulto, apareció a lo lejos la Catedral de Lomé: muy bonita y en pleno epicentro del mercado. Como teníamos al lado la playa, y aprovechando que era fin de semana, nos acercamos: repleto de gente también y con muy buen ambiente. Como de costumbre en Togo: hospitalidad y educación. Todo el mundo te saluda sin conocerte, los niños se acercan a darte la mano…

El domingo fuimos a la misa del barrio de Cacavelli con los hermanos novicios Jean y Jean Paul (otra vivencia que sumar! ) La iglesia de Jesús Buen Pastor era enorme y estaba a rebosar (había alrededor de 1.000 personas). Las misas son muy alegres, con música de orquesta en directo, con varios animadores que piden aplausos, con la gente, de todas las edades, vestida con sus mejores galas.
Ahora emprendemos camino hacia Dapaong, al norte del país, para conocer otro proyecto educativo y participar en un campamento de las juventudes lasalianas. Ya os contaremos!!

Un abrazo,
Cris & Raúl

NANRI

Los últimos días en Nagapattinam han sido especialmente intensos, de esos que no se olvidan. El domingo por la mañana vimos nuestra obra acabada (¡por fin!), y empezamos a entender un poco mejor que todo estaba a punto de terminar. Sin embargo, en ese momento lo único que podíamos sentir es orgullo al ver el cole luciendo espléndido y con un nuevo y colorido comedor donde los más pequeños podrían disfrutar de sus tiempos libres. Por la tarde, el hermano Reegan nos dio indicaciones claras de descansar para estar listos para los días que vendrían, donde seríamos protagonistas de momentos emotivos que se grabarían en nuestra memoria y corazón para siempre. Pese a ello, después de comer hicimos una pequeña salida al supermercado más cercano para comprar productos que llevar a nuestras casas e incluso regalar a nuestros seres más queridos, y poder así recordar cómo sabe a hogar la India.

El lunes tuvimos la suerte de pasar toda la jornada de clase en clase, recordando una vez más las canciones que han sido banda sonora de nuestra experiencia y jugando con los niños. Lo que hiciéramos era un excusa ya que el mayor regalo era poder pasar tiempo con ellos, abrazarles y ver esas sonrisas tan puras y la emoción en sus ojos negros una vez más. Antes de la cena, dejamos las maletas a un lado (ya desempolvadas al sacarlas de debajo de la cama) y fuimos a celebrar el cumpleaños de Arun, uno de los estudiantes del cole. Y ahí estábamos nosotros, en su casa junto con toda su familia, como invitados de honor, comiendo pastel y otros postres típicos de la región y compartiendo un momento tan mágico sin apenas entendernos. La hospitalidad de la India nunca ha dejado de sorprendernos, y creo que nunca dejará de hacerlo. Por la noche, vivimos un momento de compartir con los hermanos de la comunidad, que nosotros ya sentimos casa. Fue un momento de agradecimiento y de poner palabras a lo que ha supuesto esta experiencia para cada uno de nosotros. Un momento que dejaba entrever las primeras lágrimas de despedida.

Y, de repente, martes. Último día. Ese día en el que todos habíamos pensado pero que parecía que nunca iba a llegar, sobre todo porque ninguno veíamos el momento de decir adiós a todo lo que estábamos viviendo. Después del desayuno, ya se sentía el ambiente de fiesta. Mientras nosotros nos poníamos nuestras mejores galas (saris y dotis incluidos) con ayuda de las profesoras, los más pequeños llegaban al cole vestidos en conmemoración del Green day así como de la Independencia de India que se celebraría al día siguiente. Las familias también estaban invitadas al acontecimiento, que fueron llegando poco a poco para ultimar detalles del vestuario de sus hijos. Todos ellos lucieron con orgullo sus disfraces, aunque también con nervios y timidez, esperando poder ser los ganadores del desfile.

Ese día cada minuto pasaba más rápido aún que el anterior. Y llegó el momento. El momento de cantar el último chuchuá, de jugar los últimos juegos, de abrazarles o de reír con ellos por última vez. De hecho, no costó que la risa se volviera llanto en muchos de nosotros, quienes no queríamos separarnos de ellos y aprovechamos el viaje en bus para alargar el último adiós. Dicen que la maleta pesa mucho más a la vuelta porque lleva dentro despedidas, y para nosotros ha sido una de las más duras de nuestras vidas. Tras disfrutar de una última y exquisita cena al más puro estilo de la India y con el mejor sabor de boca, literalmente y metafóricamente, cargamos las maletas en la furgoneta y tomamos rumbo a Madurai. Dejábamos atrás la que ha había sido nuestra casa durante este mes.

Tras toda la noche de viaje por carretera despertamos justo a tiempo para el desayuno. Habíamos llegado a Madurai y nos encontrábamos en “Boys town”, un proyecto muy bonito que se encarga de acoger a una treintena de chavales en un recinto que no podía ser más idílico. Allí, además de disfrutar de un espectacular desayuno, pudimos conocer a un grupo de “Gente Pequeña” de Valencia. Después de esta visita exprés y un breve descanso, fuimos a la ciudad a comprar los últimos recuerdos y comer, antes de emprender rumbo al aeropuerto.

La despedida con el hermano Reagan fue fugaz, mas dura también. Tras la insuperable acogida y el acompañamiento que nos había proporcionado a lo largo de estos días nos costó mucho despedirnos, pero contábamos con la esperanza de poder seguir en contacto con él así, como de seguir teniendo noticias del resto de personas que hemos conocido en nuestro viaje y a las cuales, os podemos afirmar rotundamente, queremos con todo nuestro corazón.

Ahora, sentados en el avión de vuelta, no podemos dejar de pensar en ellos, en todo lo que han supuesto para nosotros y en lo muy agradecidos que les estaremos de por vida. Todo lo que les hemos podido dar es mínimo en comparación con lo que hemos recibido de ellos, pero sabemos que, por otra parte, esto solo es el principio y que nuestra labor sigue en España. Porque, como dicen en la película de “Passengers”, la cual alguno hemos visto en los viajes en avión, “que no te obsesione tanto dónde quieres estar, como para que olvides valorar donde estás”. Y donde vamos a estar en un par de horas podemos seguir haciendo también mucho. No será igual, desde luego, pero es que nada sigue igual. Nosotros tampoco. Y no sabremos explicar realmente el porqué, aunque no hace falta. Eso se queda entre nosotros, ellos y la India.

Como no podía ser menos, estas últimas palabras también cuesta escribirlas. El último punto de este texto en parte nos recuerda que nuestro viaje se ha acabado, pero no se merece un final triste ni mucho menos. Tenemos mil historias aún que contar, y aunque no las escribiremos, siempre nos quedará vernos y, con un café delante, compartirlas con vosotros, si queréis. Hasta entonces, y desde el corazón: NANRI.

Ultimo día en Sangkhlaburi-Parmenia

 

 

 

Comienza nuestro último día aquí con la visita a las clases de Infantil, las que existen gracias a tantas Meriendas Solidarias organizadas por nuestra queridísima ONG Edificando.

A todos aquellos que en algún momento hayáis participado en alguna, gracias. Gracias, gracias y mil gracias porque habéis ayudado a convertir un sueño en pura realidad. Se han construido tres aulas en las que se aprende jugando, se empieza a leer y también a sumar y restar. Aquí hay más de 50 niños recibiendo una educación digna gracias a vuestra colaboración, solidaridad y compromiso

Llegan las 18h y nos dirigimos a una cabaña de madera acristalada. Es la capilla del colegio. Hoy hay misa y ha venido el sacerdote que vive más cerca, a unos 100 km. Empezamos bendecidos con agua por el cura, y la celebración sigue  repleta de preciosos cantos tailandeses, que la han hecho todavía más especial y curiosa. Hemos visto anochecer y cuando ha terminado, hemos ido todos juntos a cenar: los Hermanos, el cura, los ángeles del Blue Sky y nosotros. Una gran última cena en la que nos hemos despedido de esta gente taaaaan maravillosa que tanto da sin pedir nada a cambio.

Hemos intercambiado recuerdos, regalos, emails, nos hemos hecho mil fotos -sin duda, los mejores souvenirs que podremos llevarnos-, hemos cantado y bailado, y entre llantos y risas, abrazos y besos, nos hemos dicho «Hasta Siempre», porque muchos de los que aquí estamos ya nos sentimos con fuerzas para volver y para repetir más de una vez. Nos vamos muy tocados y lo que es seguro es que siempre tendremos presente esta gran experiencia. Con ella hemos recibido un regalo en forma de saco de emociones, sensaciones y vivencias tan únicas como mágicas, que seguro marcarán nuestro camino y nuestra vida en el futuro.

De vuelta a nuestras habitaciones, algunos van cabizbajos, otros felices mientras acompañan a las niñas y otros no pueden dejar de llorar. Pronto, se escucha: «De quién son estos calcetines?», «¿Alguien ha visto un bañador verde oscuro?», «Pues yo prefiero terminarla mañana…», «Pero, ¿a qué hora nos vamos?», «Ufff, yo voy a dar toda la ropa, las sábanas y las toallas…». Hacemos las maletas, toca marcharse.

La siguiente parada es la frenética Bangkok, una de esas ciudades imprescindibles para poder entender mejor el mundo en el que vivimos. Esperamos que se hagan muchas Meriendas Solidarias más para que en esta pequeña gran parte del mundo se sigan cumpliendo sueños. Deseamos que haya más grupos dispuestos a venir para echar una mano, y os animamos con todas nuestras fuerzas para darlo todo. Esta es la experiencia más bonita y profunda que hemos vivido, gracias a  Dios, a los Hermanos, a PROYDE, a Edificando y a La Salle  por ayudarnos a hacer de este mundo un sitio mejor.

Raquel

Casa Flotante nos vamos de crucero.

En nuestro último fin de semana en Tailandia y nuestro último domingo en la salle Sangkhlabury el grupo VIM-«018 tuvimos la suerte de poder compartir un día  super agradable con las niñas de Blue Sky Home. A las 10:15 a..m. salimos en un camión de La Salle con destino aun lago cerca del puente de Mon, una vez allí nos  subimos a una casa flotante en la cuál dimos un paseo, tras unos 20 minutos de navegación que aprovechamos para degustar una gran comida de noodles , alitas y fruta.

Una vez amarrados pudimos bañarnos y echar unas risas con los chicos hasta que merendamos y cansados algunos aprovechamos para echar una siesta.

Sobre las dos de la tarde regresamos y tras una tarde de descanso nos dirigimos al pueblo para cenar con el hermano Víctor  a un pequeño local , donde comimos una serie de platos de la gastronomía Tai.

Después de la cena y con la barriga a punto de reventar hicimos una dinámica muy interesante dirigida por Emilio en la que la gente se le asignaba una palabra Habitada que le sirviera para su futuro  y como de costumbre acabamos con un pueblo duerme y otros juegos .

En resumen fue un día inolvidable que recordaremos durante mucho tiempo.

Marc

Actividades del Viernes –Elephant Farm CHANG PUAK CAMP – Cataratas on Saturday

 

Viernes
Habiendo terminado el día anterior con el trabajo en la carretera, todos se despertaron más tarde excepto Raquel, Isa y Alberto que nos levantamos a las seis para ir a recoger a los niños de la frontera. Cuando llegamos allí nos encontramos con un mercado, que estaba a rebosar de gente, donde compramos donuts para el desayuno. Después de desayunar nos dividimos en cuatro grupos para entrar en las aulas a dar dos clases. En las clases se enseñó inglés, canciones y algunos bailes.
Por la tarde habían organizado una serie de juegos en los que participamos todos, tanto los alumnos como los profesores y nosotros. Jugamos un torneo de fútbol contra los niños y contra los profesores en el cual quedamos segundos ya que perdimos el primer partido contra los alumnos que tenían el apoyo de la afición. Después nos movimos a otra zona donde jugamos a otros juegos de carreras y relevos, empezamos con un juego que consistía en atarse una cuerda a la cintura de la que colgaba una botella y había que darle a una pelota hasta la meta, se pudo ver en la clara victoria de los contrincantes que ya tenían experiencia en el juego. A continuación participamos en una carrera de “ciempiés” que ganamos. Tras esto participamos en la versión tailandesa del pañuelo en la que nos hicimos esperanza al ganar la primera ronda contra las benjaminas del colegio, no obstante cuando nos enfrentamos contra los mayores nos dieron una paliza. Por último participamos en una carrera 4×4 en la que la primera prueba consistía en sacar una moneda de un plato de agua, la segunda en soplar polvos de talco fuera de otro plato, la tercera en engullir galletas con la ayuda de un brick de “leche”, por último había que inflar un globo hasta reventar. Aquí acabamos a las tres y media y volvimos a la casa para descansar y asearnos para la cena
Sábado
Salimos a las siete del colegio para conducir al Chang puak camp. Debido al madrugón todos en la furgoneta nos quedamos dormidos excepto Emilio y Tes que intentaban entenderse con el conductor para parar a desayunar. En un primer momento consiguieron parar en una cafetería en la que no vendían comida pero sí tenían wifi gracias al cual y una foto del seven eleven conseguimos parar en uno para comprar algo de desayuno. Tras esto llegamos a la granja de elefantes donde algunos pasearon en elefante y el resto nos bañamos con ellos e hicimos peleas de agua usando la trompa del elefante como pistola. Después fuimos a comer a un pequeño mercado que se encuentra junto a la sai yok noi waterfall donde hubo alguna caída por como resbalaba el suelo. Desde allí  volvimos al colegio sobre la cinco para cenar con las chicas del blue sky y como era sábado ir a los ordenadores.

Bambú- Fin de carretera

 

Amanece el Jueves día 16 de Agosto y como todos los días la lluvia nos acompaña. Los dos grupos  comienzan sus tareas y mi grupo formado por Tes, Pau, Jorgefa ,Gon , Luis , Alfredo y un servidor estamos muy ilusionados porque vamos a Bambú a jugar con los niños.
Las referencias no eran buenas pero el día fue uno de los mas excitantes de esta magnífica experiencia . Todo comenzó a la Tailandesa, es decir los niños esperándonos en fila y en silencio. Esta situación rápidamente la fuimos cambiando y dividimos a los grupos de infantil y el resto. Se sucedieron los juegos pato-pato cua, zapatilla por detrás , el escondite inglés, hacer grupos etc,,,,Las risas y canciones comenzaron a inundar la estructura multiusos de Bambú. El momento culmen de la mañana  cuando de nuestro material surgieron los globos y los niños npo pararon de corretear , golpear y jugar con ellos con alguna que otra explosión.
Un break para tomar café que n,os vino de perlas y de manera natural comenzamos los talleres. Lo increíble fue ver como los chicos hacían manicura de plastilina y caracoles, pulseras o gorros y coronas de lana con alambre mientras repetían las canciones que habían oído al principio de la mañana ¡ Vaya Máquinas!
¡A comer! suena la campana y todos recibimos el sustento, por cierto delicioso, para recuperar fuerzas para la tarde. En este tiempo y visto las energías que los chicos nos habían chupado , nos enfrentamos a los tópicos que tildan a estos chicos de monkeys y realizamos Hara.
El lugar emblemático hizo que la sesión de Hara fuera tan especial que nuestros sentimientos estaban a flor de piel. Las sesión fue tan espacial aunque Los chicos no tienen  apenas conocimiento de inglés y de Tai, son Birmanos. Los alumnos  hinchaban y descinchaban sus diafragmas, eran consciente de los movimientos de su cuerpo e incluso estiraban sus músculos y articulaciones.Todos fuimos dirigiendo la sesiones entre aplausos.
En mi opinión fue y srá por mucho tiempo la mejor sesión de Hara y al igual que a los voluntarios se con pulseras o gorros y coronas de lana con alambre grabada en nuestros corazones, Los mismos profes Tai estaban ojipláticos ( Made in THailand).
Después seguimos con dinámicas más movidas de manera gradual con relevos ,carretillas,cangrejos y hasta aprovechamos a jugar al pañuelo versión Tai.
La tarde se iba agotando cuando el baile y la música hicieron su presencia para terminar el día de una manera perfecta,
Aunque tuvimos un susto por la desaparición de móvil de Tes su recuperación hizo que el día  fuera catalogado con un 9,8 por todos.
A nuestra llegada a Parmenia el otro grupo se había afanado con la carretera y pudimos ver terminada la «castellana de Parmenia» como la ha denominado el hermano Víctor todo un crack de persona.
Nos sentimos orgullosos de nuestro trabajo y con esa ilusión nos fuimos  a Cenar con la chicas del Bluje  Sky que ya son parte de nuestra familia y a las que ayudamos con sus deberes y juegos.
Es uno de esos días que nunca había querido que acabara.
Desde Parmenia Emilio Escudero.

TOGO, un pequeño gran país

El equipo togolés no puede estar más contento en su primera semana de proyecto. Tras un comienzo en el aeropuerto un poco accidentado (8 horas de retraso en Casablanca), llegamos a Lomé, donde los hermanos nos recibieron en su Comunidad con los brazos abiertos y la sonrisa puesta. Desde el minuto 1 nos hemos sentido como en casa, porque nuestros anfitriones nos han incluido en todas sus actividades como si siempre hubiéramos estado aquí. Están preocupados constantemente porque estemos a gusto con todo (las habitaciones, la comida, la salud) y nos cuentan miles de historias que nos hacen aprender un montón cada día: de la cultura y tradiciones del país, de la historia de La Salle y los colegios de África, de sus propias familias… Son todo amor y paciencia. Por eso no nos ha costado acostumbrarnos a sus rutinas y estamos encantados de compartir el tiempo con ellos (Frère Michel, Frère Paulin, Frère Norbert, Frère Jean, Frère Pierre Claver, Frère Severin, Frère Jean Paul, Frère Emille, Frère Francis, Frère Antonio).

Lo que más nos costó al principio fue adaptarnos a los ritmos africanos. Aquí todo va muy despacio… Las cosas se van postergando, pero nadie se pone nervioso porque es lo normal… En un principio íbamos a haber comenzado a trabajar el jueves, pero se retrasó al viernes. Y cuando llegó el viernes, se fijó el comienzo para el siguiente lunes, porque los obreros no iban a llegar hasta entonces… Así que aprovechamos los primeros días para conocer el barrio de Cacavelli de la mano de los hermanos. Frère Michel nos hizo el jueves un tour con el coche por todo Lomé, hasta la playa y la frontera con Ghana, mientras nos contaba millones de cosas del país. Y el viernes, Frère Francis nos acompañó a recoger los visados, y aprovechó para llevarnos a ver la universidad de Lomé y presentarnos a su profesor de español, Mr.Boukari (Madela), un hombre muy simpático que habla perfecto español porque vivió 5 años en Valencia.

El fin de semana lo pasamos en Togoville, un pueblecito con mucha historia detrás: colonia alemana, cuna del vudú y primer colegio La Salle de la región, iniciado en los años 40 por los HH. canadienses y continuado por los HH. españoles a partir de los 60. Allí charlamos con los HH. Romain, Jean et Sauras, y nos quedó claro el impacto real de La Salle, dado que muchos de los antiguos alumnos han llegado a ocupar cargos muy importantes en el país. Ah, y también conocimos al cocinero “Miguel”, que nos hizo tortilla de patata, un detalle J

Otra cosa que nos ha llamado la atención es la convivencia y enorme tolerancia que hay aquí entre los distintos credos y religiones: animistas, musulmanes y cristianos (católicos y otros). Todo el mundo se respeta.

Ya este lunes, de regreso a Lomé, hemos comenzado nuestras actividades:

  • Por la mañana: azada, rastrillo, carretilla y pala para limpiar la maleza de la parcela del colegio, mientras obreros avanzan con la construcción de un techado para una zona de estudio exterior.
  • Por la tarde: talleres con un grupo de niños del barrio en el colegio de enfrente (hacemos pulseras, coloreamos, plastilina, bingo y juegos en el patio, como el pañuelo, la comba o el escondite inglés).

Para terminar, algo divertido: los HH. africanos sueltan expresiones y dichos castellanos en medio de su discurso francés o ewé, como por ejemplo:

  • “… Genio y figura hasta la sepultura…”.
  • “… No todo el monte es orégano…”.
  • “… Cada loco con su tema…”.
  • “… Hombre!!! ¿No me digas?”

Pronto os contaremos más cositas de la que está siendo una gran aventura.

Retorno al trabajo

 

Amanece de nuevo en Parmenia, tras un exhaustivo pero más que satisfactorio  fin de semana el equipo vuelve al trabajo, y como habíamos acordado los dos grupos intercambiarían las tareas a las que se habían dedicado la semana anterior, esto significaba que el grupo de Raquel pasaría a trabajar codo con codo con Ñe, mientras que el de Emilio se dedicaría a la creación de una nueva acequia, recurso indispensable debido a las frecuentes lluvias que llegan en la temporada del Mozón, Es un hecho innegable que la reincorporación fue un tanto fatigosa pero, al menos por mi parte, la sensación de sentirse útil de nuevo me impulsaba a seguir resistiendo esos incansables rayos solares que hacían mella en mi ser. Después de las comilonas de los días anteriores tocaba volver a nuestra querida dieta arrocera. Con el dedo índice Ñe nos indicaba la hora a la que debíamos regresar con las pilas cargadas para continuar trabajando y así se hizo hasta las 2:30. Una buena ducha y un proporcional lapso de descanso, muy gratamente recibido, tras una cansada jornada. Las niñas del Blue Sky nos recibían con los brazos abiertos una vez más, cena, kompunkra y a jugar. Pero no era una velada cualquiera ya que los martes, viernes y sábados, nos esperaba el hermano en la sala de ordenadores del cole. Allí las integrantes de Blue Sky tienen la oportunidad de hacer powerpoints, jugar a juegos, escuchar música y de disfrutar de telenovelas con un nivel de interpretación un tanto discutible de ese que te hace pensar si tú también podrías tener futuro en las artes escénicas. Son los momentos de desconexión de la semana y estos concluyen cuando el hermano Victor nos proyecta un vídeo que nos hace reflexionar sobre distintos temas.
Miércoles 15/08/18
Suena la alarma de nuestros móviles, son las 6:00 y Marc, Paula y Mike nos despertamos enérgicos para realizar una breve pero apasionante visita al Paso de las 3 Pagodas, lugar por el cual cruzan la frontera miles de Birmanos todas las mañanas. Ya allí aprovechamos para dar un breve paseo por la zona y observar la curiosa escena, cientos de personas cruzaban la frontera con sus mochilas y tarteras preparados para afrontar otra dura jornada laboral, o escolar, como era el caso de los chavales que realizaron el trayecto de vuelta con nosotros. Fueron unos 20 minutos increíbles, niños y niñas que no nos habían visto en su vida jugaban y cantaban con nosotros como si fuésemos mejores amigos. Al llegar apenas tuvimos 15 minutos para cambiarnos, desayunar y comenzar con nuestras respectivas labores: el grupo de Emilio continuó cavando la acequia y el de Raquel siguió cementando la dichosa carretera. Un par de duras horas de trabajo después realizamos la ya tradicional pausa para comer y a las 13:00, puntuales como siempre, volvimos a nuestros puestos de trabajo. Tras finalizar la jornada aprovechamos que el cemento del ultimo tramo de carretera seguía fresco para imponer una simple pero  valiosa firma que decía lo siguiente: 2018-VIM-2561. Esa misma tarde fuimos todos los integrantes del grupo a la frontera con los niños que volvían a casa. Pasamos un grandioso rato ya que compartimos camión con todos los chavales  de la escuela y pudimos charlar con ellos y cantar. Al llegar a la frontera aprovechamos el poco tiempo que teníamos hasta regresar al camión para realizar diversas compras en el mercadillo de la zona. Al regresar al colegio nos aseamos y nos preparamos para la cena con las niñas del Blue Sky. Al acabar la esplendida cena seguimos la tradición de jugar, dibujar, cantar y ayudar a las pequeñas con sus deberes. Cuando finalizó la velada estábamos todos agotados y algún voluntario que otro acabo realmente perjudicado físicamente.

En la nostálgica noche

Apoyado en el alféizar de mi ventana, en mi ciudad, en una calurosa noche de verano buscando la forma de conciliar el sueño, contemplo el cielo. Es pobre y mis ojos se dirigen al único faro nocturno: la luna; aquella solitaria en la oscuridad de Europa y me viene al recuerdo nuestro cielo en Karemeno, aquel lleno de vida, de formas diversas, las hijas de la luna, sus estrellas que no se cansan de dibujar en lo alto como símbolo de su fertilidad.

Pienso en los días allí pasados, lejanos en el espacio, pero muy cercanos en mi corazón. Primero en ellos, la familia creada y siento que mis palabras hacen eco de su sentimiento.

El nuevo hogar se asoma entre las casas de Karemeno, su techumbre lo cubre, como una mano de una madre sobre la piel de su hijo. Pequeño hogar, pero robusto a la espera de sus primeros moradores.

La noche se espera larga y no dudo en dejar a mi memoria escapar como un antílope perseguido. Los días de Nakuru, la belleza de su lago; fuente de alimento para aves y peces, nuestros últimos viajes a Rongai, las vistas de la ciudad de Nairobi, su congelado tráfico…Pero son ellos a los que mi memoria parece ahora dedicar un tiempo.

Tantas almas encontradas, como una nueva existencia vivida, los hermanos, los obreros, los alumnos…Mis ojos agotados los contemplan en nuestro astro, aquel que todo compartimos, sea cual sea el color, pues siempre es testigo de la noche del mundo. Es en la luna, donde recuerdo todo. La alegría de compartir, el cansancio de una buena jornada, la tristeza de la marcha, las lágrimas del adiós, que bien sé que no será eterno, que parte de mí está allí en las tierras centrales, que el monte Kenia las custodia en sus almas.

Pasados los minutos, el sueño y Morfeo me piden volver a la cama. Vuelvo al interior dónde está mi familia dormida a la espera del nuevo día. Miro de reojo a la luna, sonrío y le doy gracias a Él por los míos, por volver, contar todo y ser la voz de tantos afligidos.

Tumbado oigo en mí, el grito de la garza, los timbales, sus gritos, sus cantos inspirados desde el interior y me revuelvo en la alcoba lleno de melancolía. Noto la pequeña bendición del hermano, sus palabras y me siento pleno, lleno de alegría a la vez que mis párpados se vencen al poder de la noche.

Fin de semana -Hacemos turismo

Después de una semana de mucho trabajo, decidimos aprovechar el puente del día de la madre para hacer turismo y conocer un poco mejor la cultura tailandesa
.Comenzamos montando el sábado por la mañana en 2 vans que nos servirían de transporte durante todo el puente. Gracias a Dios, los hermanos se ofrecieron a llevarnos puesto que no había conductores disponibles debido al festivo nacional.
Tras unas horas de viaje y un par de paradas para descansar, llegamos finalmente a nuestro destino: Lopburi o La Ciudad de los Monos. La ciudad en sí no resaltaba por su belleza pero tenía la peculiaridad de la inmensa cantidad de monos que la rodeaban y convivían con sus habitantes. La verdad es que tuvimos algo de miedo a que los monos nos atacaran, ya que tenían predilección por las cabezas de los turistas e intentaban continuamente robar collares, pendientes, pulseras o incluso cigarrillos.
Una vez superado el mal trago (para algunos) de los monos, continuamos nuestro viaje hacia Ayutthaya, Fue un viaje largo pero divertido, entre charlas y música. A Ayutthaya llegamos por la tarde y una vez instalados en el hotel, que fue una gran elección, fuimos a una feria local que descubrimos cerca de un parque al lado del río principal. Para cenar nos decantamos por un mercadillo muy famoso dentro de la ciudad que ofrecía diversos tipos de comida oriental aparte de películas, ropa, etc.
A la mañana siguiente, aprovechando que todas las entradas eran gratuitas por la fiesta del día de la madre, visitamos 5 templos de Ayutthaya, la antigua capital del Reino de Siam (posteriormente Tailandia). Entre ellos destacan el Wat Maha That, en el que se encuentra una cabeza de buda rodeada por raíces de árbol, y el Wat Phanan Choeng con la figura de buda más alta del país, de unos 20 metros. Esa misma tarde hicimos una visita al puente del río Kwai, famoso por la película de Hollywood con el mismo nombre. Y para terminar el día, gracias a la hospitalidad de los hermanos, nos alojamos en su residencia en Kanchanaburi, donde intercambiamos risas y un par de cervezas.
La mañana del lunes, para dar un cierre único al fin de semana, fuimos a las cataratas del Parque Natural de Erawan, donde nos bañamos y terminamos pasando una agradable mañana antes de volver a Sangkhlaburi.
En resumen. fue un fin de semana muy especial para todo el grupo: Marc consiguió un selfie con un mono, Tes vio elefantes y todos nos compramos unos pantalones bombachos que siempre nos recordaran esta fantástica experiencia.
Luis Sola  y Jorge Fernández, a 17 de agosto del 2018.