Tras el fin de semana compartiendo momentos de ocio con los internos donde pudimos jugar al Partidí, bailar, hablar, pescar y sentir ese cariño tan especial que tienen a los voluntarios, hemos comenzado a realizar el trabajo que hacemos; un caminero que conecta distintos edificios de la Escuela.


Al finalizar la sesión de trabajo, el cansancio se hace presente, pero se enmascara con la satisfacción de ver cómo vamos contribuyendo con nuestro pequeño granito de arena a la mejora de la Escuela de San Isidro Labrador. Además los Hermanos nos alimentan muy bien, y el dulce de leche y el Toddy nos brindan la energía suficiente por la mañana para hacer cualquier trabajo.

Además hoy también comenzamos los Trabajos con el alumnado de la Escuela. Nos dividimos en grupos pequeños, de tal forma que algunos vamos a carpintería, huerta, panadería, apoyo, taller, ganado y bosque, agua… según las afinidades de cada voluntario.


La experiencia está siendo muy positiva y sabemos que conforme avance el tiempo y aumente la confianza con los alumnos cada vez será mejor. Y eso que nos hemos sentido arropados y queridos por los alumnos, Hermanos y profesores, desde el primer momento en que hemos llegado.

Seguimos trabajando e informando… ¡con ilusión!